VERA: EL ARREPENTIDO QUE NO RECONOCE EL DELITO
Redacción.- El nombre de Rafael Vera ha salido a colación de los atentados del 11-M en varios medios. Así que no es raro que aquella persona que fue condenado a 10 años de prisión por el caso GAL y luego amnistiado por el PP, aparezca en este blog dedicado a los atentados del 11-M. El GAL generó 40 muertes. El 11-M, 200. Por eso Vera entra dentro de la perspectiva de esta web. No todo el mundo ha estado en las proximidades de 40 asesinatos... Ciertamente, Vera fue sólo condenado por el secuestro de Segundo Marey, pero su sombra planeó sobre todo el asunto. Vera ahora ha logrado que su recurso ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos fuera admitido, con lo que lo más probable es que se repita el juicio (a pesar de que Segundo Marey falleció, las pruebas contra él eran muy sólidas). Pera esta es sólo una parte del problema. Un artículo de F.J. Díaz Aparicio explica la nueva situación.
[de El Periodista Digital]
Rafael Vera o la paradoja de cómo su sed de justicia puede llevarle de nuevo a la cárcel
Por Francisco Javier Díaz Aparicio, abogado penalista
javier@diazaparicio.com
Si Rafael Vera ganara sus recursos, aún podríamos verle en prisión. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha admitido a trámite la demanda interpuesta contra las resoluciones que en España le condenaron, por el secuestro de Segundo Marey, a diez años de prisión y doce de inhabilitación.
La demanda ha sido admitida a trámite por dos de sus motivos (La Razón, 18 de Mayo):
-La parcialidad de Baltasar Garzón al instruir el sumario
-La vulneración del Derecho a la Presunción de Inocencia
No podemos aventurar ahora si ganará su recurso o no. Pero lo cierto es que el filtro de la admisión a trámite de las demandas en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos es durísimo (no lo pasan más del 5% de las que se presentan) y quien lo supera puede albergar esperanzas de éxito.
Pero lo paradójico del asunto es que Vera fue indultado. Todos los condenados fueron indultados parcialmente por el Gobierno del Partido Popular, de tal suerte que su paso por la cárcel fue más un baño de multitudes o una experiencia fugaz, que un castigo.
Su sed de justicia es insaciable y persigue a toda costa que el Reino de España sea condenado y que finalmente sea absuelto de sus cargos. La cuestión es compleja, por cuanto es discutible que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tenga esa facultad. Pero si lograra anular la condena porque el juez Garzón no fue imparcial, debería volver a ser juzgado. Por otros magistrados, si, pero juzgado de nuevo. Y si le encontraran culpable otra vez, algo que tampoco es nada inusual cuando de repetir juicios hablamos, tendría una pena que no estaría indultada.
Los delitos no se indultan. Se indultan las penas. Si la condena desaparece y volviese a ser juzgado y condenado se daría la paradoja de que el ex secretario de estado sería el único de los condenados que debería pasar una temporada a la sombra, y con las duras reformas que se han impuesto en la última legislatura para la obtención del tercer grado. Claro, si es que el Partido Socialista no le indulta también (a lo mejor cuenta con ello).
Ahora, si no ha caído en la cuenta de la posibilidad que tiene de perder por ganar (imaginemos que España es condenada, se anula el juicio, se le vuelve a juzgar, es condenado y no se le indulta), su sed de justicia puede acabar ahogándole. Como a Hormaechea, Juan. El expresidente de Cantabria. Otro que fue condenado e indultado, que recurrió y ganó por falta de imparcialidad de un magistrado. Ha vuelto a ser juzgado. Ha vuelto a ser condenado. ¿Volverá a ser indultado?
Lo que no puedo entender es que se indulte a quien no reconoce el delito y se arrepiente de él. Esto es, si la rehabilitación del delincuente es el fin de la pena, puede ser indultado el redimido. Pero si el condenado insiste en no asumir la pena, pese a que se le ha perdonado, tendríamos que probar con una temporada entre rejas, como el resto de los mortales que incumplen el Código Penal y que no pertenecen a la raza política.
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[de El Periodista Digital]
Rafael Vera o la paradoja de cómo su sed de justicia puede llevarle de nuevo a la cárcel
Por Francisco Javier Díaz Aparicio, abogado penalista
javier@diazaparicio.com
Si Rafael Vera ganara sus recursos, aún podríamos verle en prisión. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha admitido a trámite la demanda interpuesta contra las resoluciones que en España le condenaron, por el secuestro de Segundo Marey, a diez años de prisión y doce de inhabilitación.
La demanda ha sido admitida a trámite por dos de sus motivos (La Razón, 18 de Mayo):
-La parcialidad de Baltasar Garzón al instruir el sumario
-La vulneración del Derecho a la Presunción de Inocencia
No podemos aventurar ahora si ganará su recurso o no. Pero lo cierto es que el filtro de la admisión a trámite de las demandas en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos es durísimo (no lo pasan más del 5% de las que se presentan) y quien lo supera puede albergar esperanzas de éxito.
Pero lo paradójico del asunto es que Vera fue indultado. Todos los condenados fueron indultados parcialmente por el Gobierno del Partido Popular, de tal suerte que su paso por la cárcel fue más un baño de multitudes o una experiencia fugaz, que un castigo.
Su sed de justicia es insaciable y persigue a toda costa que el Reino de España sea condenado y que finalmente sea absuelto de sus cargos. La cuestión es compleja, por cuanto es discutible que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tenga esa facultad. Pero si lograra anular la condena porque el juez Garzón no fue imparcial, debería volver a ser juzgado. Por otros magistrados, si, pero juzgado de nuevo. Y si le encontraran culpable otra vez, algo que tampoco es nada inusual cuando de repetir juicios hablamos, tendría una pena que no estaría indultada.
Los delitos no se indultan. Se indultan las penas. Si la condena desaparece y volviese a ser juzgado y condenado se daría la paradoja de que el ex secretario de estado sería el único de los condenados que debería pasar una temporada a la sombra, y con las duras reformas que se han impuesto en la última legislatura para la obtención del tercer grado. Claro, si es que el Partido Socialista no le indulta también (a lo mejor cuenta con ello).
Ahora, si no ha caído en la cuenta de la posibilidad que tiene de perder por ganar (imaginemos que España es condenada, se anula el juicio, se le vuelve a juzgar, es condenado y no se le indulta), su sed de justicia puede acabar ahogándole. Como a Hormaechea, Juan. El expresidente de Cantabria. Otro que fue condenado e indultado, que recurrió y ganó por falta de imparcialidad de un magistrado. Ha vuelto a ser juzgado. Ha vuelto a ser condenado. ¿Volverá a ser indultado?
Lo que no puedo entender es que se indulte a quien no reconoce el delito y se arrepiente de él. Esto es, si la rehabilitación del delincuente es el fin de la pena, puede ser indultado el redimido. Pero si el condenado insiste en no asumir la pena, pese a que se le ha perdonado, tendríamos que probar con una temporada entre rejas, como el resto de los mortales que incumplen el Código Penal y que no pertenecen a la raza política.
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