CUANDO EL CHIVATILLO VA A LA CARCEL...
Redacción.- Resulta difícil que sea el propio chivato el que se presenta a la Guardia Civil diciendo que tiene algo que decir sobre el atentado del 11-M e, inmediatamente, sea detenido, engrosando así la nómina de sospechosos. Esto es lo que le ocurrió a Rafà Zhueir, chivato habitual de la UCO, cuyo teléfono estaba pinchado por la propia Guardia Civil. El problema deriva de que, aún contando con el espíritu de colaboración de los dos confidentes -Rafà Zhueir y Suárez Trashorras, el exminero- ni siquiera ha sido posible establecer de dónde salieron los 250 kilos de explosivos utilizados en la masacre del 11-M, en la vía del AVE Madrid-Sevilla, explosionados en Leganés, hallados en dos bolsas encontradas en el piso de Leganés y desperdigados por vehículos y en la casa de Morata de Tajuña. Lo que había ocurrido es evidente: el confidente, se inquieta al ver que algunos de los primeros detenidos son conocidos suyos, se presenta voluntariamente a declarar, para confirmar que no tiene nada que ver... y se queda detenido. Tenía tan poco que decir que su declaración apenas duró hora y media. Un nombre musulmán más que incluir en la lista de detenidos... Una vinculación excesivamente etérea. Otro chorizo, metido a confidente y, devenido "terrorista" gracias a su "espíritu de colaboración".
De "La Razón" - J. M. Zuloaga / R. L. Vargas
Madrid- La Brigada de Estupefacientes del Cuerpo Nacional de Policía tenía, desde hacía tiempo, pinchado el teléfono de Zhueir por su relación con el mundo del tráfico de drogas y, entre las conversaciones escuchadas a este individuo, figuraba una que mantuvo con el oficial de la Guardia Civil encargado de relacionarse con él. Le comunicaba que los atentados del 11-M podían estar relacionados con el mundo del islamismo y que podía aportar algunos datos al respecto. Al parecer, Zhueir, tras las primeras detenciones de ciudadanos marroquíes, practicadas el 13 de marzo, concluyó que algunos de los contactos que había mantenido y de las reuniones a las que había asistido, y que nunca relacionó con posibles atentados, podían tener algo que ver con el 11-M, por lo que decidió comunicárselo a la Guardia Civil.
Las llamadas al oficial de la Benemérita, escuchadas por la Policía, se mantuvieron, según las citadas fuentes, los días 16 o 17 de marzo y, tras ellas, fue cuando se produjo la comunicación de la Guardia Civil a la célula de crisis y, a continuación, la detención de Zhueir para ser entregado al Cuerpo Nacional de Policía. Para su arresto, el marroquí fue convencido por el citado oficial de que le llevaba a una reunión, cuando lo cierto era que le conducía a su detención. Prueba de la gran colaboración que existió entre ambos cuerpos es que el oficial de la Benemérita estuvo presente en los primeros interrogatorios para, dada la confianza que Zhueir tenía con él, convencerle para que aportara todos los datos que tuviera sobre el 11-M, lo que, finalmente, se logró.
Máxima colaboración. Las fuentes consultadas, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil, insisten en el espíritu de colaboración que se ha dado en las investigaciones del 11-M, no sólo en el caso de Zhueir, sino en todos los asuntos que se han planteado. En este sentido, negaron que se pueda establecer una relación causa efecto entre la escucha telefónica y la entrega del marroquí a la Policía.
Rafá Zhueir ingresó en prisión incondicional el 24 de marzo por orden del juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo por un delito de colaboración con organización terrorista. El marroquí prestó declaración durante una hora y media y negó cualquier tipo de intervención en la preparación o comisión de la matanza. Asimismo, condenó el atentado y el terrorismo en general y aseguró que no tenía ninguna relación con Al Qaida o con organizaciones islamistas radicales.
El nombre de Zhueir y el de otro individuo como confidentes de la Guardia Civil y de la Policía fueron dados a conocer a la opinión pública en días pasados a través de un medio de comunicación, lo que, en opinión de las referidas fuentes, les ha colocado en una situación de gran peligro, ya que todos los delincuentes que hayan sido detenidos por los datos que aportaron a las Fuerzas de Seguridad querrán vengarse de ellos. Asimismo, subrayaron que cuando concluya las investigaciones en marcha, se podrá demostrar que, en ningún momento, se ha tratado de ocultar o utilizar torticeramente la información que aportaron estos individuos y que el espíritu de colaboración entre los dos cuerpos policiales ha sido absoluto.
De "La Razón" - J. M. Zuloaga / R. L. Vargas
Madrid- La Brigada de Estupefacientes del Cuerpo Nacional de Policía tenía, desde hacía tiempo, pinchado el teléfono de Zhueir por su relación con el mundo del tráfico de drogas y, entre las conversaciones escuchadas a este individuo, figuraba una que mantuvo con el oficial de la Guardia Civil encargado de relacionarse con él. Le comunicaba que los atentados del 11-M podían estar relacionados con el mundo del islamismo y que podía aportar algunos datos al respecto. Al parecer, Zhueir, tras las primeras detenciones de ciudadanos marroquíes, practicadas el 13 de marzo, concluyó que algunos de los contactos que había mantenido y de las reuniones a las que había asistido, y que nunca relacionó con posibles atentados, podían tener algo que ver con el 11-M, por lo que decidió comunicárselo a la Guardia Civil.
Las llamadas al oficial de la Benemérita, escuchadas por la Policía, se mantuvieron, según las citadas fuentes, los días 16 o 17 de marzo y, tras ellas, fue cuando se produjo la comunicación de la Guardia Civil a la célula de crisis y, a continuación, la detención de Zhueir para ser entregado al Cuerpo Nacional de Policía. Para su arresto, el marroquí fue convencido por el citado oficial de que le llevaba a una reunión, cuando lo cierto era que le conducía a su detención. Prueba de la gran colaboración que existió entre ambos cuerpos es que el oficial de la Benemérita estuvo presente en los primeros interrogatorios para, dada la confianza que Zhueir tenía con él, convencerle para que aportara todos los datos que tuviera sobre el 11-M, lo que, finalmente, se logró.
Máxima colaboración. Las fuentes consultadas, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil, insisten en el espíritu de colaboración que se ha dado en las investigaciones del 11-M, no sólo en el caso de Zhueir, sino en todos los asuntos que se han planteado. En este sentido, negaron que se pueda establecer una relación causa efecto entre la escucha telefónica y la entrega del marroquí a la Policía.
Rafá Zhueir ingresó en prisión incondicional el 24 de marzo por orden del juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo por un delito de colaboración con organización terrorista. El marroquí prestó declaración durante una hora y media y negó cualquier tipo de intervención en la preparación o comisión de la matanza. Asimismo, condenó el atentado y el terrorismo en general y aseguró que no tenía ninguna relación con Al Qaida o con organizaciones islamistas radicales.
El nombre de Zhueir y el de otro individuo como confidentes de la Guardia Civil y de la Policía fueron dados a conocer a la opinión pública en días pasados a través de un medio de comunicación, lo que, en opinión de las referidas fuentes, les ha colocado en una situación de gran peligro, ya que todos los delincuentes que hayan sido detenidos por los datos que aportaron a las Fuerzas de Seguridad querrán vengarse de ellos. Asimismo, subrayaron que cuando concluya las investigaciones en marcha, se podrá demostrar que, en ningún momento, se ha tratado de ocultar o utilizar torticeramente la información que aportaron estos individuos y que el espíritu de colaboración entre los dos cuerpos policiales ha sido absoluto.
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